Las entraditas ya las habíamos sacado tiempo antes...

Llegamos, sin contratiempos y nos dispusimos a hacer la fila para entrar. Ahí, una mina nos pidió a todas que abriéramos las carteras. Aclaró no se podía entrar ni con comida, ni bebidas ni perfumes. La primera que pasó fue Barbi y cuando la mina le sacó la botellita de agua, pensamos que se armaba la hecatombe, porque la Barbi se puso violenta, reclamando que se la devolviera. La calmamos y entramos. Nos instalamos y esperamos que empezara. Así salió el morocho más lindo...
Y empezó a cantar
Estábamos tan preparadas que habíamos llevado lo necesario para verlo más cerquita...
La verdad es una de las mejores cosas que hicimos juntas; ¡lo pasamos genial!

